Macro y Micro | 18 may 2023
La inflación fue de 2,2%
Cristina Kirchner y la apuesta para frenar al dólar en elecciones
La vicepresidenta dejó en evidencia dudas en el diagnóstico oficial sobre la inflación
En julio de 2019, tras dos intensas corridas cambiarias y con tarifas en proceso de normalización, cambio flotante y con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la Argentina durante meses, la inflación fue de 2,2%. Esto ocurrió un mes antes de las internas en las que Alberto Fernández salió victorioso, el regente del poder real de Cristina Kirchner. El proyecto electoral ideado por la vicepresidenta, que sostuvo que no se presentará como candidata en las próximas elecciones, actualmente es cercana a una inflación de dos dígitos por mes.
De acuerdo a las encuestas de opinión pública, el incremento de precios es el principal problema de los argentinos. En su carta, la actual vicepresidenta admitió dos situaciones que pasaron desapercibidas: En la primera dio indicios de admitir que "resulta imposible para cualquier gobierno", incluido el actualmente dirige, controlar el impacto de la inflación en los más pobres. En ese sentido, la Fundación Capital proyectó que espera un aumento de precios de entre el 130% y el 145% este año.
Kirchner, como una espectadora, reiteró la necesidad de tener “un programa de gobierno que vuelva a enamorar a los argentinos”. El actual, avalado por ella, fue concluido. En la política hay un principio básico: los candidatos con posibilidades de ganar una elección no serinden antes de iniciar.
Por otro lado, el FMI no trajo la inflación a la Argentina, como sugirió Cristina en su carta. Fue el kirchnerismo. En 2003, cuando asumió Néstor Kirchner era 3,7%. En 2014 fue de casi 40% y en 2015, último año de Cristina Kirchner, de cerca de 25%.
En ese sentido, el culpable no sólo es el FMI. Además, la emisión no es el origen del problema. “Para los que siguen repitiendo que lo monetario es la única causal de la inflación, y aún conserven algún espíritu crítico de investigación, los invito a ver los gráficos sobre evolución de la Base Monetaria a precios constantes y como porcentaje del PBI, que publica el Banco Central todos los meses”, afirmó sobre la entidad que dirige Miguel Pesce. Mientras la vice publicaba esto en su blog, se confirmaba que el Banco Central asistía de nuevo al Tesoro: en el mes ya lleva $440.000 millones.
La vice tiene razón. La base monetaria en términos reales o con relación al PBI están en niveles bajos. El problema es la demanda de pesos. “Alguien en la sala que le explique a la jefa que lo que está pasando es que se está desplomando la demanda de dinero, porque la gente no es tonta y sabe que su gobierno va a inundar la economía de esos papelitos de acá a octubre”, escribió el economista Marcos Buscaglia. “Papel falsificado”, suele llamar a los pesos Carlos Maslatón, referente “barrani” de Alberto Fernández.
El Presidente explicó que "la inflación es psicológica" hace una semana. También Mauricio Macri habló de inflación. Criticó el “patrullaje parapolicial” y los “controles de precios” del Gobierno. Habló de “ordenar las cuentas”, un debe del gradualismo que promovió en los dos primeros años de su gestión, y solicitó que “jamás el Banco Central imprima billetes para financiar al Estado”. Le respondió Lucas Llach, vice de la entidad financiera durante su gobierno. “Presidente, con todo respeto: en esos países que bajaron la inflación tampoco se aprieta a los banqueros centrales para que bajen la tasa de interés”, escribió.
En su carta, la vicepresidenta mencionó otro clásico para explicar la inflación, “la restricción externa”. Entre enero de 2020 y diciembre de 2022, el superávit comercial (gracias a las buenas cosechas y precios) fue de US$38.225 millones. Ajustado por fletes y demás, queda un saldo acumulado de US$32.665 millones. En 2023, según el secretario de Comercio, Matías Tombolini, apareció la restricción: la sequía.
Por último, Cristina Kirchner escribió sobre “laxitud tributaria”. De acuerdo a los expertos, la presión directa sobre los contribuyentes es baja en la Argentina con relación a otros países. A pesar de ello, la situación es distinta con los impuestos indirectos, que tienen una alta participación y que se pasan a precio (ingresos brutos, cheque, internos, sellos, combustibles, comercio exterior). Sin mencionar además que la estructura tributaria argentina continúa siendo regresiva, con un importante peso del IVA en la recaudación.
Por lo tanto, la inflación erosiona la economía. “Cuando uno tiene programa con el FMI, en el camino a remover a largo plazo y de manera sostenible la inflación, debe dejar de barrer la tierra abajo de la alfombra. Es decir, se deja de reprimir la inflación por métodos artificiales. El tipo de cambio flota y las tarifas se normalizan, para evitar tener déficit fiscal y emisión”, comentó un negociador con el Fondo. “Al inicio, normalizar los precios de la economía puede generar un alza transitoria de la inflación, pero es la única manera de bajarla de forma sostenible”, añadió con una mirada que coincide con algunas de las políticas de la oposición política.
Lo que trajo al Fondo lo trajo la inflación a la Argentina fueron las políticas económicas argentinas las que destruyeron el peso. De acuerdo al economista Salvador Vitelli, desde la creación del Peso Moneda Nacional (en 1881) hasta la actualidad, la inflación fue de 3 trillones por ciento (18 ceros).