

Muy complejo, porque qué hacer con esta pandemia desde la política pública. Muchas notas y especialistas aconsejan reforzar los controles y las campañas de concientización. En principio parece razonable. Seguramente nadie se opondría: mantener la libertad de reunión, pero controlar más y apelar a la responsabilidad individual. Pero claro, cualquiera que haya estado del lado del mostrador del Estado –en cualquiera de sus niveles, mucho más a nivel municipal- sabe al menos 5 cosas:
Estas 5 condiciones hoy no están presentes en la Argentina: 1) no hay control que alcance, 2) la gente no tiene miedo de las sanciones, 3) le “ne frega” el poder coercitivo del Estado, 4) se le perdió el miedo al contagio (el ahogo pudo más); y 5) después de una cuarentena tan larga la situación iba a ser explosiva. So what? nos interrogaría por enésima vez Miles Davis.
En la última columna del año pasado (“Somos como somos”) hablamos de la homeostasis del riesgo (los seres humanos tenemos un grado de riesgo que nos resulta aceptable y nos esforzamos por mantenerlo estable en nuestras vidas. Por lo tanto, si el riesgo se reduce en un área de la vida tendemos a ajustar nuestra conducta para aumentar el riesgo en otras áreas). Tendemos a correr más riesgos, no menos, si nos sentimos más seguros. A ese factor le debemos agregar las 5 condiciones de las que hablábamos recién.
Pues entonces comentemos algunas de las dificultades lógicas que tienen las cosas que están proponiendo diversos protagonistas de la realidad (ya sean funcionarios, infectólogos, filósofos, psicólogos, periodistas, opinólogos, etc.):
“Pero no podemos no hacer nada!”. Obvio. Pero lo que tampoco podemos es hacer más de lo mismo y pensar que obtendremos resultados distintos, no? Eso lo dijo un mediocre estudiante de física como Einstein. Ergo, la estrategia de “reforzar” no parece adecuada por sí misma. Tiene sentido en tanto forme parte de un combo de acciones donde haya por lo menos un elemento nuevo. Si no, lo más probable es que dentro de un mes estemos discutiendo lo mismo al no haber resultados fehacientes, habiendo ingenuamente cifrado esperanzas en “más de lo mismo, pero aumentado”.
En la consultoría política todo el tiempo nos encontramos con estas inercias, ya se trate de campañas o de gestión de gobierno. Lo peor es seguir creyendo en las mismas recetas sin patear cada tanto el tablero de la lógica y cuestionar todo. No asegura el éxito, pero al menos se habrá salido por un rato de la zona de confort. Y, quién dice, hasta puede surgir alguna idea brillante.
Columna publicada en www.7miradas.com