viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº1941

Voces | 30 jul 2020

La Leona, la grieta y un regreso con dudas 

Se enfrentó a los denominados barones del conurbano e intendentes bonaerenses entronizados en sus cargos por eones. En materia de Seguridad, su punta de lanza fue la lucha contra el narcotráfico. Se ganó el epíteto de “La Leona” porque, en cada salida en los medios y también puertas adentro, mostraba un discurso fuerte, combativo, con énfasis en la defensa de su gestión. No la tenía fácil: Buenos Aires, la provincia más poblada del país, es acaso la más heterogénea en términos socioeconómicos.


 El 17 de junio último, María Eugenia Vidal anunciaba en su cuenta de Twitter: “Quiero contarles que hace un par de horas me confirmaron el diagnóstico de COVID-19 positivo. Agradezco a todos los que me escriben con preocupación. Estoy bien, cumpliendo con el aislamiento y las indicaciones médicas correspondientes. Cuídense y cuiden a sus familias.” La ex gobernadora de la PBA, como la gran mayoría de sus colegas, hacía uso de las redes sociales para comunicar. Poco más de una semana después escribiría de nuevo para dar su pésame por la muerte de Hermes Binner. Y el 12 de julio, anunciaría su alta médica del virus que tiene en vilo al mundo.

En el medio de esos dos “posteos”, ocurrió algo significativo. El día de la Declaración de Independencia de la Argentina, Vidal manifestó su repudio al ataque que sufrió un móvil del canal oficialista C5N en el marco de una movilización masiva que se replicó en, al menos, 70 localidades del país. Nada expresó de esa marcha en sí.

Mientras el kirchnerismo da la batalla política y, más que otra cosa, la judicial (en la que gana de forma abrumadora), la “Leona” mantiene su posición neutral. Elige no confrontar y tampoco movilizar a sus votantes, al menos en público, para enfrentar discursivamente a las huestes camporistas. Su mudez es elocuente en este sentido, tanto como su pedido de "apoyo" irrestricto a la gestión de la pandemia que lleva adelante el oficialismo. En un encuentro virtual reciente con ex funcionarios de su gabinete, pidió “no confrontar” con el Gobierno nacional. Ni siquiera defiende su gestión ante los constantes ataques del actual gobernador bonaerense, Axel Kicillof, quien no se cansa de afirmar que recibió una "tierra arrasada" al tomar el cargo en diciembre. 

Mientras el kirchnerismo da la batalla política y, más que otra cosa, la judicial (en la que gana de forma abrumadora), la “Leona” mantiene su posición neutral. 

En esta misma ringlera se muestra Horacio Rodríguez Larreta, el actual querubín de Juntos por el Cambio, a quien han atacado incluso en las conferencias de prensa que comparte con el Gobernador y el Presidente. Los referentes más activos en el último tiempo combaten en el terruño de la política “espalda con espalda”. Son escarnecidos por su militancia, en algunos casos con bajeza, y ninguno recibió el apoyo de Vidal ni del jefe de Gobierno porteño. Esto es, cuanto menos, curioso.

Es posible que la derrota electoral haya dejado una marca perenne en la ex gobernadora, hasta hace una año la figura más fuerte que tenía el entonces oficialismo. De miedo o de bronca, la cicatriz se percibe profunda. El revés del 27 de octubre podría explicar su falta de locuacidad en los dos o tres meses posteriores; no así la extensa afonía que la afectó hasta la semana pasada. Fueron jornadas difíciles para los argentinos y por ende para sus seguidores. Pandemia, crisis económica, social y sanitaria (por fuera del coronavirus). Y, en el medio, marchas numerosas de personas ofuscadas con el accionar de los Fernández.

Es sorpresivo que quién hasta hace menos de un año gobernaba la provincia más poblada del país, y ahora la más afectada por el COVID-19,  tenga poco o nada para decir. 

Es sorpresivo que quién hasta hace menos de un año gobernaba la provincia más poblada del país, y ahora la más afectada por el COVID-19,  tenga poco o nada para decir. En los medios circulan más los detalles de su vida personal que su actividad política. No hay que olvidar algo fundamental: Vidal es parte de la oposición. 

En los últimos dos encuentros que encabezó con legisladores y ex funcionarios, pidió mantener “unidad” y realizar una “autocrítica” para luego pensar en ampliar el espectro del partido. La primera opción se presenta como una cuestión ardua de resolver. La grieta existe desde hace tiempo y no se va a cerrar en lo inmediato, y los votantes de Cambiemos no pierden oportunidad en resaltar que se trata de una división “moral”, por lo tanto insuperable. Además, los integrantes del partido que están al frente de la lid sienten la falta de apoyo público.

La autocrítica, por otro lado, siempre es una buena acción que no da votos. Y abrir las compuertas para recibir una oleada de nuevos candidatos podría dar un resultado no deseado. Habrá que observar de cerca el coqueteo de Massot y Frigerio con el kirchnerismo y analizar los efectos del “buenismo” que Rodríguez Larreta aplicó con Fernández y Kicillof. 

En esta Argentina de realidad voraginosa y condensada, el ostracismo que eligió Vidal quizás la colocó en una situación de olvido y rechazo. Temple para recuperar el terreno perdido tiene de sobra, resta saber si le alcanzará para resurgir. 

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