

La industria argentina volvió a operar por debajo del 60% de su capacidad instalada en febrero de 2025, al igual que en enero, dejando más del 40% de sus maquinarias sin uso. Según datos del INDEC, este es el tercer peor febrero en los últimos nueve años, solo superado por los de 2024 y 2021, este último tras la pandemia.
De acuerdo al informe del Centro CEPA, el nivel registrado está 2,4 puntos porcentuales por debajo del promedio de la serie histórica, lo que revela un estancamiento profundo en sectores clave del entramado productivo.
Los rubros que más capacidad utilizaron fueron los relacionados con materias primas, como refinación del petróleo (73,9%), papel y cartón (68,8%), industrias metálicas básicas (67,3%), productos químicos (63,4%) y alimentos y bebidas (62,4%). En este último caso, el leve repunte se explicó por una mayor molienda de oleaginosas (+11,7%) y un crecimiento en la elaboración de bebidas, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Sin embargo, en términos generales, la industria solo mostró un tímido crecimiento interanual de 1 punto porcentual respecto a los deprimidos niveles del primer trimestre del gobierno de Javier Milei, y aún se encuentra 11,6% por debajo del promedio registrado entre enero de 2021 y noviembre de 2023.
En contraste con la actividad económica general, que acumuló en febrero diez meses consecutivos de mejora y ya superó en 1,9% el nivel previo a la última recesión, la industria no logra acompañar ese repunte. Esto se explica, en parte, porque los sectores más dinámicos –intermediación financiera (+30,2%) y comercio (+7,4%)– no requieren maquinaria ni mano de obra intensiva.
El informe revela que algunos sectores están especialmente golpeados, como la metalúrgica, que pese a un crecimiento interanual del 7% –impulsado por ventas de maquinaria agrícola y electrodomésticos– solo utilizó el 44% de su capacidad instalada. Más de la mitad de sus fábricas siguen sin producir.
Desde la Unión Industrial Argentina, se advirtió que el sector metalmecánico emplea a más de 300 mil trabajadores y se exigió que “la apertura comercial se complemente con soluciones a los problemas estructurales de competitividad” para no destruir empleo ni producción.
El caso del sector textil es aún más grave. La Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA) alertó que la actividad “opera con una muy baja utilización de la capacidad instalada (46,4%)” y que “uno de cada tres empleos perdidos en el último año corresponde al textil”. También manifestó su rechazo a la eliminación de aranceles sin antes reducir los costos internos: “Genera una competencia desigual que pone en riesgo el tejido productivo nacional”.
Los sectores que operan por debajo del promedio general incluyen a los productos minerales no metálicos (55%), la industria automotriz (54,6%), la edición e impresión (52,8%), el tabaco (49,9%), los productos de caucho y plástico (46,3%) y la metalmecánica excluyendo automotores (44%).
Mientras el 40% de las fábricas argentinas ve cómo ingresan productos del exterior sin restricciones, el temor crece entre industriales y trabajadores: si la actividad no se reactiva y no hay medidas para proteger la producción nacional, el cierre de plantas y la pérdida de empleos podrían profundizarse.