sábado 12 de julio de 2025 - Edición Nº2411

Lo que pasa | 9 jun 2023

Luego de la aprobación de la IVE

En siete años la fecundidad bajó 34% en el país

Lo atribuyen al descenso en los embarazos adolescentes, un mayor acceso a métodos anticonceptivos, la incertidumbre económica y la pandemia de Covid


Apesar de que la tasa de fecundidad en Argentina siempre estuvo por debajo de la media en la región (en 1950 era el segundo país con menos nacimientos por mujer después de Uruguay), cayó gradualmente a lo largo de las últimas décadas, a partir de 2014 esa tendencia declinante se aceleró.

En siete años, la tasa de fecundidad en el país disminuyó un 34% y, estudios analizados por Unicef, Unfpa y Cippec que adjudican el fenómeno “a la disminución de embarazos no intencionales, cambios en las conductas sociales, el acceso a la anticoncepción y el auge de los movimientos feministas que motorizaron la ampliación del acceso a derechos sexuales y reproductivos”.

Los datos surgen de los informes “Odisea Demográfica. Tendencias demográficas en Argentina: insumos clave para el diseño del bienestar social” y “Políticas públicas para reducir la pobreza en la transición demográfica”, que coinciden en indicar que a partir de 2014, la evolución de las tasas cambió significativamente en nuestro país.  La tendencia declinante alcanzó un hito en 2019, cuando, por primera vez la tasa global de fecundidad de Argentina se ubicó por debajo de los dos hijos/as por mujer.

Mientras que en los primeros años de este siglo cerca de un 15% de los nacimientos correspondían a niñas y adolescentes menores de 20 años, en 2020 este porcentaje decayó a menos del 10%. La caída fue mayor (58%) en la fecundidad adolescente temprana (niñas menores de 15 años).

En 2014, un 26% del total de nacimientos correspondían a mujeres que no habían accedido a la educación secundaria (y un 5% a menores de 20 años con ese nivel educativo), porcentajes que disminuyeron al 15% (y 2% entre las adolescentes) en 2020.

Por otra parte, la cantidad de nacimientos producidos por mujeres que no concluyeron el secundario entre 2014 y 2020 cayó un 47%, mientras que los de mujeres con educación secundaria finalizada se redujeron un 23%.

De acuerdo con los autores de ambos estudios, la caída de la fecundidad obedecería a un notorio cambio en cuanto al acceso de tecnologías de anticoncepción, como los implantes subcutáneos autorizados en 2012 por la ANMAT.

La utilización de este método, se incrementó en 2014 cuando se lo incorporó al programa de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud, inicialmente en forma restringida orientada a niñas y adolescentes de 15 a 19 años sin obra social o prepaga que hubieran tenido al menos un evento obstétrico. Su acceso se extendió a partir de 2015 a todas las mujeres de 15 a 24 años.

En ese sentido, la caída en la tasa de fecundidad en Argentina también respondería a cambios en las preferencias de las personas se vinculan a impactos del desarrollo económico, cambios en la organización interna de las familias, o en la cultura que impactan en las decisiones de las mujeres en edad fértil.

“La difusión de información en medios de comunicación y redes sociales sobre temas de la igualdad de géneros, las consecuencias del embarazo no intencional, alternativas de vida alejadas de los estereotipos de género y la relevancia de la educación sexual integral podrían haber tenido un impacto relevante sobre las preferencias de muchas mujeres adultas, jóvenes y adolescentes”, sostiene “Odisea demográfica”.

Además, este informe reslata la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntario del Embarazo (IVE) en 2021, cuando el Estado nacional incrementó con respecto al año anterior casi un 400% la distribución de misoprostol.

En relación a los posibles impactos a corto plazo de la pandemia de coronavirus sobre la fecundidad, el estudio señala que se produjo un cambio en la planificación de embarazos por incertidumbre económica, menor interacción social por medidas de aislamiento, mayores obstáculos para acceder a métodos anticonceptivos por reducción de ingresos y menor acceso a instituciones que proveen información sobre los derechos sexuales y reproductivos.

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