

Vecinos apuntan hacia la municipalidad por no preservar la costa del municipio y aseguran que se favorecen negocios inmobiliarios en zonas de gran riqueza ambiental
Grupos de vecinos organizados y autoconvocados acusan al Municipio de Quilmes, dirigido por la intendenta Mayra Mendoza, de habilitar el avance de proyectos inmobiliarios sobre la costa del Río de la Plata, principalmente en terrenos de la Reserva de Bernal.
El espacio, conformado por un humedal por el que corren canales y arroyos que desembocan en el río, ubicado a tan sólo ocho minutos de Puerto Madero, como se explica en las publicidades de uno de los recientes emprendimientos.
Y en esa cercanía con el centro porteño y con una de las zonas más cotizadas para viviendas, comercios y oficinas (a unos 15 kilómetros por la Autopista Ricardo Balbín, más conocida como La Plata-Buenos Aires) reside precisamente su importancia.
Parte de sus 200 hectáreas de extensión está enclavada en el vecino partido de Avellaneda, donde otro grupo de vecinos en su momento impidió la edificación de lo que hubiera sido la continuidad de Puerto Madero en territorio bonaerense.
Si bien se conoce comúnmente como “La Reserva de Bernal”, su nombre oficial es Parque Natural y Reserva Ecológica Municipal Selva Marginal, de acuerdo a la ordenanza municipal 9348.
Los vecinos ponen como ejemplo de la negligencia estatal en resguardar el espacio, la ausencia de guardaparques u otro tipo de sistema de vigilancia que imposibilite el permanente ataque contra el ecosistema.
En ese sentido, existen varios grupos organizados pero el más numeroso es la “Asamblea No a la entrega de la Costa Avellaneda-Quilmes”, que de forma permanente desde hace 15 años se moviliza y busca crear conciencia entre los vecinos de los municipios involucrados.
Con la llegada de Mendoza a la intendencia (referente del Frente de Todos y de La Cámpora) muchos tenían la expectativa de que por fin se pondría freno a los rellenos clandestinos y a la entrega de sectores de la reserva a privados. La situación no cambió con respecto a sus antecesores Martiniano Molina (PRO) o Francisco “Barba” Gutiérrez (Kirchnerismo).
Los asambleístas denuncian que el aire que se respira en la zona no es tan limpio como debería en un sitio lleno de pastizales, árboles y sinuosos cursos de agua, a cientos de metros del Río de la Plata, ya que los olores que surgen de una papelera complican la atmósfera y contaminan más.
Asimismo, ponen como ejemplo el desinterés municipal por la zona recuerdan que durante los meses posteriores a la pandemia de coronavirus los posibles desarrolladores aprovecharon para enviar camiones con escombros para construir un camino que facilite el ingreso de máquinas y grúas a las zonas más anegables del humedal.
Durante dichos trabajos, que los vecinos señalan como clandestinos, se taponaron algunos arroyos pequeños y además se sepultaron una decena de árboles bajo el material descartado.
Además, para los vecinos de la zona cercana a la autopista el humedal es una zona recreativa, en la que los fines de semana y feriados van a tomar mate, pescar, caminar o avistar decenas de ejemplares de aves.
A pesar de ello, la situación se dificulta cada vez más, ya que cada tanto aparece un sector con el paso vedado para el acceso vecinal, como un amplio terreno que pasó a manos del club Don Bosco Rugby para la instalación de un estacionamiento.
“La mayoría de los municipios de la región han tomado el tema de las reservas y humedales como una prioridad, y hasta la provincia de Buenos Aires ha creado un ministerio para estas cuestiones, pero en Quilmes hasta ahora parece que pesan más los intereses inmobiliarios que el Medio Ambiente”, denuncian desde las asambleas vecinalistas.
Por último, sostienen que recientemente el municipio adjudicó un predio vecino al histórico muelle de la ribera a una empresa privada, con el aval para que se puedan construir más de 7.500 metros cuadrados a metros del río.