Sara Oyuela, más conocida por  la “jubilada rebelde” que allá en plena cuarentena del 2020 se convirtió en un símbolo del hartazgo que provocaban las restricciones del aislamiento obligatorio. Ella cansada del encierro,  por el coronavirus cuando fue a tomar sol con su reposera en Palermo, murió esta semana.

“Colaboren conmigo, que soy una vieja que necesita aire y sol. No estoy contagiando a nadie”, le dijo el 21 de abril de 2020 la mujer a los policías que le notificaban que estaba incumpliendo la cuarentena y debía volver a su casa y su caso explotó en los medios aunque comenzó en la red del pajarito.

En su momento y símbolo del cansancio social que vivimos los argentinos,  Sara explicó que necesitaba estar al sol unos minutos “por la vitamina D” y aseguró que después se iría. “Déjeme hasta las 15.20, sea bondadoso, no estoy jorobando a nadie”, le pidió a los agentes, desde su reposera amarilla clavada en el parque Tres de Febrero.

Pero los oficiales insistieron con que debía regresar a su casa inmediatamente. “No la queremos llevar detenida”, le dijeron a la mujer, que vivía en uno de los edificios frente a los bosques de Palermo.

Esta semana Oyuela, falleció y su marido fue el encargado de avisar a los medios sobre lo ocurrido.