

Según la consultora económica, Analytica, en su informe titulado “El fondo habló: Metas más flexibles y no injerencia política”, desde marzo, el gobierno dispone de una hoja de ruta que “puede permitirle ordenar, mínimamente al menos, la dinámica macroeconómica del próximo año y medio de gestión”.
A pesar de ello, la falta de apoyo en el programa “tanto del cristinismo como de la oposición, y las nuevas condiciones externas” mantienen las dudas acerca de su factibilidad.
En la primera revisión se apeló a “cierta contabilidad creativa” que resultó equivalente a un ingreso extraordinario de 0,3% del PIB en el primer trimestre. En ese sentido, el Tesoro aclaró que fue el límite anual que considerará como ingresos provenientes de ese rubro.
En ese sentido, el Fondo planteó un cambio de visión respecto del programa argentino: los objetivos del programa de déficit fiscal primario, financiamiento monetario y acumulación de reservas ya no serán trimestrales, sino anuales.
La posición del FMI respecto del programa argentino es “más benévola de lo que se imaginaba”, teniendo en cuenta que aumentaron la flexibilidad para el cumplimiento trimestral de los objetivos cuantitativos, que ahora serán anuales. Este relajamiento en el programa responde a “no complejizar aún más la transición política hasta las elecciones presidenciales de 2023”.
A pesar de ello, “seguirá siendo conveniente tener claridad respecto del nivel de cumplimiento trimestral del programa” por dos razones: primero, porque el programa traza un camino crítico para el ordenamiento macro. Segundo, las expectativas privadas pueden desordenarse aún más ante eventuales incumplimientos trimestrales que se acumularán hacia fin de año ya que así retroalimentan un contexto complejo en el segundo semestre.
Asimismo, en el informe, la consultora analiza los cuatro criterios de ejecución del programa para el primer semestre, aunque resta “conocer si las metas trimestrales fueron cumplidas, ya hay tendencias que parecen difíciles de revertir”.
El primer objetivo semestral es lograr una emisión monetaria con un techo de $438.500 millones: el 31 de mayo el Tesoro le vendió U$S 2.683 millones al BCRA, correspondientes a una parte de los desembolsos netos de DEGs del FMI, y canceló adelantos transitorios por $322.449 millones. Sin embargo, el viernes 3 de junio el Central giró $124.000 millones al Tesoro por lo que la emisión en el acumulado semestral llegó a $184.734 millones. Es por ello que la consultora considera que “la meta monetaria al fin del trimestre luce de factible cumplimiento”.
Por otra parte, se busca obtener un déficit fiscal primario en un máximo de $566.800 millones: en abril el déficit acumulado era de $271.920 millones, siendo el último dato oficial disponible. Es por ello que creen que en base a su modelo de consistencia macro-financiera “el déficit acumulado en el primer semestre se ubicaría en $650.000 millones, unos $83.000 millones por encima de la meta”.
Además, se espera lograr una acumulación de reservas netas con un mínimo de U$S 4.100 millones pero, hasta el momento el Banco Central “sólo pudo sumar U$S 1.700 millones, apenas 41,5% de lo comprometido”. Además, afirman que sobre las importaciones de bienes y el saldo deficitario de los servicios sobre el mercado oficial de cambios, “existe otro aspecto relevante para la escasa acumulación de reservas, que sucede por fuera del mercado y que actúa en detrimento del objetivo”.
Por último, el techo a la deuda flotante en $535.900 millones se refiere a la diferencia entre los gastos realizados (devengado) y los efectivamente pagados (base caja). “Esta deuda en la administración central (que es la que determina su resultado) se redujo entre marzo y abril hasta $381.035 millones. Analizando su dinámica mensual es probable que se cumpla la meta de deuda flotante acordada con el Fondo para el primer semestre”, concluye Analytica.