

Tras el regreso a la presencialidad y frente a la pérdida del habitus como secuela del confinamiento, se observa un creciente aumento de la violencia en las instituciones educativas como secuela por la falta de socialización de niños, niñas y adolescentes durante el confinamiento.
Desde Padres Organizados, en diálogo con este medio, afirman que “es una situación que se podía prever, pero lamentablemente no se consideraron los efectos de las medidas en la salud integral de los niños”.
La red de padres y madres señala que, además de los meses de confinamiento y el tiempo de interrupción de la escolaridad presencial, “hay que recordar los discursos que circularon acerca de los chicos como "vectores de contagios" y responsables de enfermar a los mayores” lo que “impactó sobre la psiquis de los niños y adolescentes” y ahora “empezamos a ver los efectos”.
“En el ámbito escolar sería ideal contar con el apoyo de profesionales idóneos que acompañen a los docentes y a las familias en el abordaje de las situaciones de violencia y en los distintos problemas que se presentan”, sostienen.
Educadores y expertos coinciden en que se ven conductas atípicas en el estudiantado debido al regreso a las aulas, lo que genera dificultades en la convivencia, se ven a los estudiantes más disruptivos y agresivos por la pérdida del hábito de la convivencia y, además, presentan dificultades a la hora de expresarse correctamente producto de la falta de sociabilización que redujo el ámbito de conversación e interacción sólo al hogar, lo que deja el ámbito de comunicación e interacción interrumpido.
Por otro lado, también hay secuelas en la sobreexposición a las pantallas, lo que dificulta una buena convivencia y destacan que muchas peleas comienzan en los juegos virtuales. “Los chicos están con serias dificultades para comunicarse, entenderse, esperarse, cumplir consignas”, afirmó María Zysman, Directora de Libres de Bullying.
“Los chicos están muy intolerantes, reactivos, hipersensibles a las cosas que dicen los demás. Por otra parte hay una demanda de las familias a que la escuela resuelva todo y rápido, como si no hubiera pasado nada”, sostiene Zysman.
El equipo de “Libres de bullying” señala que, a pesar de ello, continúa presente la tendencia a recuperar contenidos esperables para cada franja etaria.
“Hay como un apuro de evaluar y llenar los agujeros de contenidos de una manera muy costosa porque los chicos están con serias dificultades para comunicarse, entenderse, esperarse, cumplir consignas, hacerle caso a lo que dice el otro. Todo eso está necesitando un tiempo de dedicación absoluta”, apuntó Zysman.
La psicopedagoga explica que existen diversos factores (individuales, familiares, grupales económicos e institucionales) que inciden en el aumento de acoso escolar y coincide en la necesidad de abrir espacios para que los chicos expresen sus emociones sin ser juzgados. Asimismo, advierte que en los talleres que se llevan a cabo en las escuelas se atisba la necesidad de hablar sobre lo que les ocurrió durante la pandemia por lo que apuntan a la creación de espacios para que los alumnos expresen sus emociones, en el que consideran que el rol del adulto es fundamental para prevenir el acoso escolar.