

El pasado domingo 31 de octubre, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires Lic. Axel Kicillof en el cierre del 8vo. Encuentro Nacional de Salud que se desarrolló en la Universidad de José C. Paz, al referirse a una futura reforma del sistema de salud argentino, tuvo expresiones que dan lugar a la pregunta del título.
En principio, convengamos que es imprescindible una transformación al sistema de salud de nuestro país que, en realidad, comprende a cuatro subsistemas: obras sociales, institutos públicos como el PAMI o IOMA, empresas de medicina privada y establecimientos estatales-. Hoy por hoy pocos sanitaristas tienen dudas de eso.
Lo que se soslaya decir, es que la fragmentación del gasto en salud es el principal agresor de la eficiencia en su uso: las casi 300 administraciones diferentes de los recursos destinados a tal fin lo explican por sí mismas. Tres centenares de criterios distintos, de costos de gestión, de ingresos disímiles y de desvío de fondos hacia otros fines se erigen en la demostración palmaria de la validez de la ineficacia a la que aludo. Nada de eso manifestó el Gobernador y, como economista que es, debe saber que lo que no se financia apropiadamente, no existe.
Además de lo antepuesto, incurrió en inexactitudes groseras que es necesario corregir para separar la verdad de la ficción. Siguiendo su inveterada costumbre de criticar a otros obviando errores propios, afirmó: “Hubo cuatro años de peste de Macri y de Vidal. Nada nos sorprendió de lo que hicieron…”. María Eugenia Vidal hizo más por la salud estatal provincial que lo que se hizo en los ocho años precedentes de Scioli y que varios de sus antecesores. La reconstrucción casi total del Hospital Penna de Bahía Blanca, la obra de desagües en La Plata para evitar inundaciones son sólo dos de otros ejemplos que podrían citarse. Las obras de agua potable y cloacas –esenciales para la salubridad de la gente- proyectadas por Macri en Tres de Febrero, Morón, San Martín, Quilmes, Tigre, San Isidro y Lomas de Zamora es otra demostración ilustrativa. Recordemos que algunos usaban como muletilla para criticar estas obras “…el cemento no se come”.
Luego dijo en otra parte de su discurso, y cito textualmente: “[…] en países del primer mundo, no subdesarrollados, se mostró que muchísimos contagiados no pudieron tener una atención mínima y murieron sin llegar a ser atendidos. En la provincia de Buenos Aires nadie se quedó sin un respirador ni sin una cama”. La frase es falaz: Sí murió gente por no tener cama y por no contar con respiradores suficientes, lo cual es esperable en una pandemia, pero no en la cantidad que se registró en el distrito dirigido por Kicillof: 55.000 defunciones por esa causa, lo que lo ubica en 10mo. lugar en el mundo de muertes por millón de habitantes a la fecha, al igual que el resto de nuestro país. Las víctimas innecesarias se dieron por la pésima gestión de la pandemia que hizo el Gobierno, sus incompetentes ministros Daniel Gollán y Nicolás Kreplak y sus similares de Nación, Ginés González García y Carla Vizzotti. Van algunas pruebas: el retraso y limitación en la adquisición de vacunas, los vacunatorios VIP y militante, la demora y deficiencia en la información sanitaria, el menosprecio de la pandemia, la dilación inexplicable en la provisión de equipos para testeo, la insuficiencia en la dotación de la infraestructura edilicia, de insumos necesarios –respiradores entre ellos- y el recurso humano requerido en crisis como esta y puedo seguir hasta el cansancio. La prolongada e inútil cuarentena también provocó –y provocará- muertes innecesarias al sumir la economía en una debacle inédita; hoy uno de cada cuatro niños no come todos los días. Sumemos la falta de educación y se tiene un cóctel letal explosivo, la explosión de casos de inseguridad en toda la provincia es una muestra de ello.
Más adelante, expresó: “Demostramos en la Argentina que la vacuna también es un derecho para todos”. Eso tampoco es cierto Licenciado Kicillof, se vacunaron antes los privilegiados de su partido y luego la gente de a pie. Al día de su discurso, sólo el 57% de la población de Argentina estaba vacunada adecuadamente, es decir, le falta poco menos de la mitad aún y eso se erige en prueba más que suficiente para demostrar su falacia.
Para reformular el Sistema de Salud, se requiere de personas dotadas técnicamente para hacerlo, carentes de sesgo partidario –salud e ideología se llevan a las patadas-; lectura de normas anteriores –leyes 23660 y 23661; medicamento genérico, reducción de prestatarias- y tener en cuenta la regionalización de nuestro país: no es lo mismo la CABA, que el Conurbano, que Jujuy, que Formosa o Santa Cruz por citar algunos ejemplos. Es imprescindible reducir drásticamente la cantidad de administradores de los recursos destinados a asistir la salud de las personas, apuntando, en mi opinión, sistemas análogos al canadiense; fortalecer la atención primaria de la salud con programas consecuentes y persistentes en tiempo, proveer de cloacas y agua potable, etc.. Desarrollar cada una de estas acciones no es el propósito de este artículo –quizá quede para otro-, pero adelanto que con la decisión política adecuada puede hacerse. Pero claro, pedirle eso al Gobernador y a sus adláteres puede resultar una utopía, sus esfuerzos no parecen estar orientados a tales fines.