

Por qué tanta efervescencia por nada? En política todo siempre empieza con algún interrogante y algunos imaginativos que hacen una apuesta, porque no hay peor apuesta que la que no se hace. Los factores que despiertan el interrogante 2023 son al menos cuatro:
Por supuesto que todo puede cambiar por el camino: el gobierno se puede recuperar, Macri puede ser “el mal menor”, Larreta puede sortear bien el fuego cruzado y las dos “esperanzas blancas” quedarse en la expectativa. Pero… siempre hay un pero… en política se apuesta todo el tiempo a que los planetas se alineen. Y a veces pasa. Todos los presidentes desde 1983 hicieron apuestas arriesgadas, y por eso llegaron.
Sin adelantarnos a la pelea de fondo radical entre Lousteau y Manes –ojo, hay otros precandidatos también- que además no se sabe si se producirá o no, lo interesante es observar qué está sucediendo en el radicalismo por debajo de la superficie del mar, además de lo que ya comentamos en la mencionada nota del 10 de febrero.
El primer punto a recordar es que el radicalismo tiene una cantera permanente de cuadros políticos –sobre todo en la universidad- que se llama Franja Morada (se acuerdan?), que alumbra futuros intendentes, concejales, legisladores provinciales y nacionales, y gobernadores. Que eso no esté en la primera plana de los medios no significa que no exista y sea un proceso lento pero persistente.
El segundo punto es que en Córdoba y Buenos Aires los comicios fueron muy competitivos y parejos, además de bastante prolijos. Eso muestra que tiene la maquinaria para organizar internas masivas hasta en el último rincón de cada distrito. Eso es estructura electoral de base. No está muerto quien pelea.
El tercer punto es que Lousteau –jugado a tener proyección nacional- jugó en los 3 distritos, perdiendo en dos y ganando en uno (el propio). Desde el lado negativo, perdió más de lo que ganó. Desde el lado positivo, avanzó varios casilleros que no poseía. Eso lo pone en la mesa de discusión partidaria 2021 y 2023. Después se verá si le dan bola.
El cuarto punto es que, así como se habló del semillero de Franja Morada, los dos prospectos 2023 no tienen nada que ver con el cursus honorum partidario. El Ministro que ideó la famosa y conflictiva resolución 125 hizo un aterrizaje tardío al partido, dejando su armado político en manos de viejos lobos de mar internos. El neurocirujano apenas acaba de asomar la nariz en la elección bonaerense, exitosamente. Esto significa que buena parte de la cúpula radical comprende que sin su estructura de base no se puede proyectar nadie, pero que solo con el cursus honorum no alcanza. Ergo hay que beber del prestigio de figuras filo radicales para inyectarle savia a una fuerza que está cumpliendo la friolera de 130 años el próximo 26 de junio. Esto per se sería todo un aprendizaje cuántico para la cultura partidaria.
El quinto punto es que ambas figuras se considerarían a sí mismos más como socialdemócratas o centro progresistas. Esto es todo un detalle importante respecto a la discusión ideológica futura de Juntos por el Cambio, quedando claro que la mayoría de la estructura radical se auto ubica cómodamente a la izquierda del PRO. Con muchas diferencias lógicas, se asemejaría más a la Concertación chilena que a cualquier otra experiencia frentista.
Con todos estos elementos es necesario ponerle una lupa al devenir radical, ya que «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» (proverbio chino, cuándo no!). En síntesis, no se puede decir que los radicales vayan a ir adelante, pero al menos están mostrando muchas ganas de hacerlo.