martes 30 de abril de 2024 - Edición Nº1973

Voces | 2 oct 2020

Diputados

"No Tenemos Paz", por Carlos Fara

Como si la Argentina estuviera atravesada por pocos debates, el diputado Ameri sumo uno más a partir de su grave distracción de los asuntos que se estaban tratando. Por suerte duró muy poco: casi inmediatamente recibió el repudio de sus pares propios y ajenos, los medios lo condenaron toda la tarde / noche, y a la mañana siguiente la cuestión casi había expirado. Resultado: el sistema político se sacó un peso de encima.


Muchos dirán, con razón, que era tan escandaloso que no les quedó otra que echarlo al toque, y/o que esto se advirtió rápidamente porque se estaba transmitiendo (cosa que sucede hace mucho) y la viralización en redes no dejo oportunidad para otra cosa. Sin duda que eso es así: si la sesión hubiese sido full presencial, Ameri no hubiese tenido posibilidad de protagonizar ese bochorno.

Este hecho, que por suerte pasó de largo rápida y positivamente, disparó dos debates. El primer es más ético / sociológico respecto a si lo que sucedió no es una muestra de lo que es nuestra dirigencia, o la política en su conjunto. El segundo debate está referido a cómo se decide la conformación de las listas legislativas, con la deriva hacia las “listas sábana”.

Respecto al primer debate, no me paro desde lo ético porque no es el leit motiv de esta columna. Desde lo sociológico cabe preguntarse cuál es el indicador, si el tetagate del diputado Ameri, o si la condena inmediata del cuerpo con toda sus consecuencias. Probablemente ninguna de las dos. Pero en un clima de fastidio hacia la política, lo tiñe todo de negro.

Respecto al segundo debate, se escuchó mucho decir que esto pasaba porque cuando votamos no sabemos quiénes son, y se pone en la lista a impresentables (además de su actitud cachonda en cámara, Ameri tenía denuncias no judicializadas de abuso, acoso y violencia). La lista que integraba el diputado salteño tenía tres integrantes. Ameri era el tercero. Al pasar a otro cargo el que iba primero, el protagonista entró a la Cámara. Supongo que nadie se preocupó por indagar sobre uno que probablemente no ingresara.

De los 24 distritos electorales, solo 5 tienen más de 10 representantes. Dado que se renuevan por mitades, la gran mayoría elige cada dos años a lo sumo 5. Esto significa que si hubiese solo dos opciones políticas con posibilidad de meter algún diputado, lo que los medios, las campañas y los electorados focalizan es en el primero y a lo sumo en el segundo, en el marco donde las listas no tienen más de 4 ó 3 integrantes. En la mitad del país, los ciudadanos eligen 2, a lo sumo 3. Es decir que lo único relevantes es la cabeza de lista: en la práctica son distritos bi o trinominales. Solo en 5 distritos –obviamente en la poderosa Provincia de Buenos Aires- existe lo que se denomina “lista sábana”.

Por supuesto, cada vez que sucede un escándalo de este tipo aparece la referencia uruguaya respecto a la calidad de su dirigencia. Sobre esto nos sacamos el sombrero. Sin embargo, lo que no se dice habitualmente es que para los cargos legislativos nuestros hermanos no solo votan según la denostada ley de lemas (esto ya de por sí es polémico), sino que además son listas sábanas, como la que se puede apreciar parcialmente en la foto adjunta (es una lista de 30 senadores que se elige en una sola circunscripción electoral, o sea la misma para todo el país).

A dónde voy con todo esto? Que las listas sábana y la ley de lemas están plenamente vigentes históricamente en países donde la democracia funciona mejor que aquí (España tiene el mismo sistema que el nuestro, para no ir muy lejos culturalmente). Si no tienen Ameris, ni Borotazos, ni diputruchos será por otras razones, no por el diseño institucional.

Much@s de Ustedes seguramente estarán viendo o ya habrán devorado la serie Borgen (la mejor del rubro ficción política de todas las que se conocen). Es interesante porque lo que ahí es normalidad –negociación permanente resignando principios- en la política argentina sería visto como alta traición a la patria… permanente.

No tenemos paz… o no queremos paz?

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