lunes 13 de octubre de 2025 - Edición Nº2504

Lo que pasa | 29 sep 2020

Entrevista

Ana Borzone: “La escuela es fundamental y no puede ser sustituida por otra institución"

La investigadora y educadora analizó el presente de la educación en el país y el rol de la institución. “En Argentina se ha dado un proceso de nivelación hacia abajo”, le dijo a PerioData


La doctora en Filosofía y Letras (Universidad de Buenos Aires) e investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Ana María Borzone, accedió -en una entrevista exclusiva con PerioData- a analizar el rol de la escuela como institución educativa, la actualidad de la educación en el país y las maneras que, a su criterio, existen para mejorarla. 

Borzone coordina desde hace treinta años un equipo de investigación que tiene por objetivo el estudio de los procesos de enseñanza y aprendizaje de la lectura y de la escritura en los primeros años, acción que considera fundamental en el desarrollo cognitivo de los alumnos. 

Hoy, con seis meses de cuarentena y las escuelas cerradas hasta por lo menos el año que viene, la investigadora explicó, entre otras cosas, el perjuicio que esa situación le produce a los niños.

PerioData: ¿Es necesaria la escuela en tanto institución, lugar físico de encuentro entre alumnos y docentes?

Ana Borzone: La escuela es indispensable, no sólo como contexto de enseñanza, si no también como contexto de socialización. Los chicos no aprenden ni a leer ni a escribir solos, ni alcanzan un desempeño adecuado lingüístico y cognitivo si no tienen una institución que intervenga en forma sistemática e intensiva. 

La escuela es fundamental y no se puede reemplazar, porque los aprendizajes se dan en la interacción verbal (el ‘cara a cara’), que es la matriz de los procesos de enseñanza de aprendizaje. Se requiere de esa interacción para que los chicos aprendan. Por eso no puede ser sustituida por otra institución. Mucho menos en países como el nuestro, con bajísimos niveles de alfabetización -como muestran las pruebas de desempeño-, y con un 50% de pobres ,según indicadores recientes. Hoy nuestros chicos salen del secundario -si no abandonan antes- y muchos de ellos tienen dificultades para comprender textos, por lo tanto no pueden aprender ni integrarse al mundo del trabajo. 

Sin una escuela que enseñe no podemos tener una sociedad. El problema de fondo es social, porque la escuela es la que abre el camino para que los chicos se incorporen al mundo del trabajo, y puedan desempeñarse de manera adecuada en la sociedad. Ahora tenemos una escuela que no enseña. El problema del sistema educativo, en cuanto a calidad de enseñanza, da como resultado generaciones de chicos que va a ser muy difícil que se puedan incorporar al mundo del trabajo y tener una vida digna.

Quiere decir que vamos allá de lo inmediato, hace años que tenemos esta decadencia en la educación argentina.

Que las escuelas públicas tengan comedores y hagan asistencia, no significa que no tienen que enseñar. No podemos decir que el fracaso se debe a que la escuela reemplazó un rol por otro: la escuela dejó de enseñar. 

PD: ¿Cuándo comenzó a declinar la educación en el país?

AB: A fines de la década del 80’. Al menos en el ámbito que yo conozco, que es la enseñanza inicial de la lectura y la escritura, el cimiento de la casa: si el chico no aprende a leer y a escribir en primer grado, ya empieza a arrastrar problemas para poder continuar y tener un tránsito escolar a través del sistema adecuado. Y es una declinación que cada vez se acentúa más.

En esa época, fines de los 80, cuando se instala una metodología global de enseñanza en los Ministerios que restringe la enseñanza, porque plantea que los chicos aprenden solos, que pueden pasar de grado sin problemas, que era posible aprender a leer y a escribir, a comprender textos y a producir, sin una enseñanza sistemática de la lectura y escritura. Hubo un momento inclusive en que dijeron que los libros no eran necesarios, se prohibió la corrección, no se alentó la enseñanza de la ortografía, de la comprensión de textos. Todo lo contrario a lo que plantean los especialistas en desarrollo infantil. Por ejemplo, “darles tiempo” implica que algunos chicos -sobre todo los chicos de la pobreza que no tienen la estimulación de alfabetización en su casa- van a quedar siempre rezagados. Con un sistema que no enseña y un hogar que no puede apoyar la enseñanza, los chicos no aprenden o abandonan.

A partir de ahí empezamos a tener varios obstáculos para que los chicos aprendan, además de que fue un atentado contra la calidad de educación argentina, sobre todo contra la escuela pública nacional que fue siempre de referencia en la región. Antes de esa década (la de los 80’), en la escuela pública todos los chicos aprendían a leer y a escribir a fin de primer grado. 

En esto los docentes son víctimas, al igual que los chicos. Los responsables son los que, de alguna manera, bajan línea en el sistema educativo. La escuela dejó de enseñar, ya no se practica. A los maestros se les dijo que no se preocuparan si los chicos no aprendían, porque en algún momento lo iban a hacer. Lo que se ha generado es lo que se llama el “efecto Mateo”, es decir, que cuanto menos enseñan los docentes, más dificultades tienen los chicos, se acumulan las dificultades como una bola de nieve. 

En Argentina se ha dado un proceso de nivelación hacia abajo. La brecha entre los privados y los públicos se volvió muy grande y el entorno familiar tiene mucho que ver en eso, una familia alfabetizada le va a exigir al sistema educativo que le enseñe a su hijo. Y si no, suple esa falta.

Lo que veo en otros países, he estado trabajando en Ecuador, en Chile, en Colombia, en Venezuela, es que el objetivo es que todos los chicos lean y escriban a fin primer grado. Objetivo que aquí en Argentina se abandonó y debemos recuperarlo. 

PD: ¿Cómo se revierte esta situación?

AB: Tenemos una situación de emergencia educativa. No he escuchado muchas voces que hablen de la enseñanza. Hay que enseñar a producir. Se ve la falta de recursos lingüísticos para poder argumentar, para poder escribir, para poder exponer. Hay muchas dificultades porque hay que enseñar los géneros discursivos en la oralidad y en la escritura. Eso no se aprende espontáneamente. 

Hay que cambiar la enseñanza, la forma de enseñar y la formación docente. A los docentes se los ha formado en una sola línea y se ha evitado que apliquen otra. Se les hizo creer que los chicos aprenden solos, que no necesitan practicar, que no es útil hacer un trabajo intensivo con los textos para que los comprendan. Incluso hubo persecuciones por enseñar a los chicos de otra forma. 

Cuando se habla de Educación, se hace mención a los problemas salariales, que existen, pero poco se habla de la enseñanza. El fracaso de la Argentina es el fracaso de la enseñanza. En el Conicet hay grupos de investigación sobre los procesos de lectura y escritura que están todos en otra línea, porque en el mundo se está en otra línea. Nosotros fundamentamos nuestras propuestas en evidencia empírica, a diferencia de la línea que bajan de los Ministerios. 

¿Qué más evidencia necesitan que los fracasos constantes y los resultados en las evaluaciones? Nosotros intervenimos y evaluamos, y hemos demostrado que los chicos no fracasan, no es que por ser pobres no aprenden. Trabajamos siempre con población marginada, con minorías étnicas, con escuelas rurales (N. del E.: el equipo de la entrevistada forma parte, entre otros, del programa Misiones Rurales Argentinas). Cuando se utiliza una metodología de enseñanza fundamentada en la psicología cognitiva y en las neurociencias, los chicos aprenden. La pobreza no es una excusa, por ejemplo tenemos una experiencia de una comunidad Toba, muy pobre, en la que los chicos en primer grado ya sabían leer y escribir en Qom y en español. 

No hay decisión política para mejorar la enseñanza, por ejemplo, tenemos una ley que promueve la educación bilingüe e intercultural (N. del E.: La Ley de Educación Nacional 26.206) y a pesar de tener materiales para ese tipo de educación en Chaco, el Gobierno no se decide a utilizarla. 
Nosotros hemos analizado todas las causas del fracaso de los chicos y llegamos a una conclusión: con la enseñanza adecuada, todos los chicos aprenden.

PD: ¿Es útil tener un hilo conductor de enseñanza en todo el país? ¿O esa homogeneidad es negativa?

AB: Habría que discutir sobre la enseñanza. Mendoza fijó como objetivo, hace cuatro años, que todos los chicos a fin de primer año supieran leer y escribir. Para lograrlo convocó a investigadores del Conicet que nos especializamos en la enseñanza de la lectura y la escritura. Ya teníamos preparados programas totalmente diferentes a los que se promueven en el resto del país, que empezamos a implementar en la provincia con muy buenos resultados.

Nosotros hace 30 años que hacemos esas investigaciones, mostrando un camino que da resultados, evidencia empírica. Y no ha sido atendida en todo ese tiempo excepto, ahora, en Mendoza.

Es importante desarrollar las habilidades cognitivas y socioemocionales, el chico tiene que poder reconocer y controlar sus emociones para poder incorporarse a la escuela de forma adecuada. También se necesita capacidad de atención, de memoria, de controlar los procesos. Todas se pueden desarrollar de manera específica o articuladas con habilidades de lectura y escritura.

PD: ¿Qué está haciendo en este contexto de pandemia?

AB: Este año, como no hemos podido realizar los cursos de capacitación docente presenciales que teníamos que hacer en Mendoza (es un proceso que empezó hace cuatro años), con nuestro equipo empezamos a dictar cursos virtuales. El programa que se llama “Queremos Aprender”, es de desarrollo integral: socio-emocional, lingüístico y cognitivo infantil y de alfabetización temprana. En este momento hay miles de maestros que están recibiendo el curso y queremos llegar a más. Vamos a abrir varios cursos virtuales para los maestros, los psicopedagogos, todos los que estén interesados. 

Empezamos con uno de los cursos en octubre (la oralidad, de qué manera enseñar a comprender y a producir desde la oralidad y vocabulario), otro curso para la comprensión de textos orales y escritos; un curso sobre los procesos de enseñanzas de aprendizaje. 

El 9 de octubre comienza la primera etapa, que es sobre la enseñanza de la oralidad. Serán tres clases por Zoom, está abierto a todo público previa inscripción por medio del correo electrónico ([email protected] ). Se trata de un curso teórico-práctico dirigido a docentes del nivel inicial y primario, directores e inspectores, psicopedagogos, psicólogos y profesionales que intervengan o supervisen el proceso de alfabetización.

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