

A modo de repaso, recordemos que el Directorio de la obra social está integrado por cuatro representantes del estado provincial y tres de los gremios SUTEBA, UPCN y Policial, y es allí donde se toman las decisiones. Con más de 2.600.000 afiliados es la segunda obra social del país luego del INSSJyP –PAMI-; cuenta con 14 direcciones regionales y 192 oficinas de atención.
Se solventa con el aporte de los empleados y jubilados provinciales y dispone de un presupuesto que en 2019 superó los 53.000 millones de pesos, sumando los aproximadamente 4-5 mil millones con los que la asiste en forma mensual el gobierno de la provincia. En su planta cuenta con 2.854 empleados de los cuales 30 son autoridades superiores y 191 jerárquicos, repartiéndose el resto en administrativos, técnicos, profesionales, maestranza, etc.
Posteriormente a la designación del nuevo Directorio, comenzaron a circular rumores sobre un cambio del sistema de atención del IOMA que se cristalizaron después y provocaron hace pocos días la ruptura del convenio que sostenía con la Agremiación Médica Platense. Para comprender la mudanza que, según trascendidos, quiere imponer el IOMA en la provincia de Buenos Aires, haré un pequeño resumen sobre modalidades de asistencia sanitaria. Éstas pueden ser de libre elección del médico y la institución sanatorial como el que se venía manteniendo; de capitación –tipo PAMI, con médico de cabecera y establecimientos sanatoriales predeterminados- ; o de cartera fija, que significa circunscribir la atención al dinero disponible, dejando generalmente a los prestadores la decisión sobre la asignación tal erogación.
Cualquiera de los tres tiene ventajas y desventajas pero, sin duda, el primero de ellos es el que otorga más decisión al paciente y mayor calidad de asistencia. El principal problema de esta forma son recursos limitados versus las demandas infinitas -fórmula difícil de compaginar en cualquier sistema mundial-, pero la reducción manu militari del gasto por motivos ajenos al Instituto no debe tomarse como aceptable en este caso.
Es claro que la búsqueda de una asistencia de excelencia debe centrarse en la libre elección y pago por prestación instruyendo convenientemente al afiliado –lego en la dupla paciente / médico-, controlando la calidad prestacional de todos los efectores, el consumo de los beneficiarios principalmente en el rubro medicamentos –Argentina está al tope en este título en toda Latinoamérica- y el hipertrofiado gasto administrativo. Esto debiera hacerse con la colaboración de componentes del sistema: asociaciones médicas, sanatoriales, bioquímicas, odontológicas, farmacéuticas, etc., sin lesionar la libertad –“soberanía sanitaria” según el Director Giles- del paciente que usará los servicios. En resumen, asignar eficientemente el gasto a los que realmente brindan la asistencia. Caso contrario, la gente seguirá pagando con salud lo que no puede pagar con dinero.