El Gobierno nacional logró atravesar el escenario postelectoral con una relativa calma financiera y política, pero la sostenibilidad del programa económico de Javier Milei continúa atada a un frente externo frágil y altamente dependiente del financiamiento internacional. 
Esto advierte el último informe de coyuntura del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, que pone el foco en la escasez de reservas y en el impacto estructural del modelo de dólar barato y apertura importadora.
Según el relevamiento, el Banco Central dispone de reservas brutas por USD 41.899 millones, aunque solo una porción reducida es de libre disponibilidad. Una parte significativa corresponde a depósitos privados encajados, al tramo del swap con China aún no activado y a reservas en oro, lo que deja una capacidad efectiva de intervención en el mercado cambiario cercana a los USD 3.700 millones. Ese monto resulta insuficiente frente a una demanda mensual de dólares que ronda los USD 4.650 millones desde la flexibilización parcial del cepo.
En ese contexto, el informe señala que la estabilidad cambiaria permitió desacelerar la inflación y consolidar registros mensuales cercanos al 2%, con una proyección anual inferior al 30%, algo que no ocurría desde 2020. Sin embargo, esa estrategia se apoya en un tipo de cambio real bajo que impulsa las importaciones y el turismo al exterior, al tiempo que presiona sobre la producción local.
Así, CESO advierte que el impacto más visible se da en el entramado industrial, con cierres de empresas y caída del empleo registrado. Lejos de ser una consecuencia no deseada, el documento sostiene que el Gobierno interpreta ese proceso como parte de un reordenamiento estructural que apunta a reducir el llamado “costo argentino” y a reorientar la economía hacia sectores primarios como el agro, la minería y los hidrocarburos.
El informe también pone bajo la lupa la estrategia oficial de avanzar con reformas laborales, jubilatorias e impositivas, junto con acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea. Según CESO, esos acuerdos profundizarían una apertura asimétrica que beneficiaría a las economías centrales y consolidaría un proceso de reprimarización, con pérdidas significativas de producción y empleo industrial en Argentina.
En el plano financiero, el Gobierno apuesta a reabrir los mercados de deuda aprovechando una baja del riesgo país, que ronda los 650 puntos. El anuncio de una colocación de bonos en dólares bajo legislación local será clave para medir si existe margen para refinanciar los fuertes vencimientos previstos para los próximos meses. Sin acceso al crédito, advierte el informe, la viabilidad del programa económico queda seriamente comprometida.
Por último, CESO remarca que la fragilidad externa del modelo incrementa la dependencia de la asistencia del FMI, del Tesoro estadounidense y de los mercados financieros del área dólar, lo que deriva en una creciente subordinación geopolítica. Una paradoja, señala el documento, si se tiene en cuenta que el comercio con China supera ampliamente al intercambio con Estados Unidos. La conclusión es contundente: la actual estabilidad se sostiene sobre bases endebles y consolida un retroceso estructural del aparato productivo nacional.