

Barbara Morelli, presidente de la Fundación Morelli, habló sobre el rol de esta en el acompañamiento a la infancia y en investigaciones sobre el sistema judicial argentino que “no tiene perspectiva de niñez, no tiene perspectiva de infancia”.
Morelli asumió la presidencia en la asociación civil, retomando la labor que ha encabezado su familia desde que se fundó hace 80 años, acompañada de un equipo de profesionales que trabajan ad honorem. Se trata de “equipos interdisciplinarios que atienden las distintas situaciones y distintos casos que vienen a la fundación y nos vamos pasando los casos según la experiencia de cada uno y según el ámbito de cada uno”.
“Tratamos con chicos adolescentes que tienen problemas de suicidio, de alcoholismo, de juego, tenemos casos de impedimento de contacto, falsas denuncias, casos de bullying en las escuelas, de grooming, abuso sexual, maltrato infantil. Tenemos todo tipo de casos”, explicó en una entrevista exclusiva con Periodata.
En el propio espacio también funciona el Centro de Capacitación e Integración, que trabaja el área de capacitación para padres, chicos, docentes y profesionales, y se trata de cursos exclusivos del área de discapacidad. Allí articulan con varios profesionales, pero no con otras organizaciones.
“Mayormente no articulamos tanto con otras organizaciones, ya que dado nuestra vasta experiencia y los años de trayectoria, no podemos juntarnos con cualquier tipo de organización u ONG para no manchar el gran nombre de la fundación, que es algo que pasa mucho, muchas organizaciones que lucran y que usan una bandera para fines propios”, comentó Morelli.
La Fundación no es quisquillosa, Barbara aseguró que: “nosotros intervenimos en todos los casos en los que nos piden ayuda, siempre y cuando sea para defender el interés superior del niño”. De esta manera, “hay casos en los cuales decidimos no intervenir porque quizás estamos viendo que realmente no se están defendiendo los derechos de los niños. Por ejemplo, padres que vienen queriendo reclamar una cuota alimentaria cuando ya tienen una cuota alimentaria o que solo nos quieren usar como botín de guerra para alienar a la otra parte”, sentenció.
Entre sus intervenciones que más revuelo trajeron están: la denuncia por “libros pornograficos” en la provincia, al Gobernador Axel Kicillof y el ministro de educación Alberto Sileoni; la denuncia a Marisa Grahan, exdefensora nacional de niños, niñas y adolescentes, por “impedir de manera ilegal un allanamiento policial”; y la participación en la creación de la ley para que se reconozca al idioma sordomudo como lengua oficial de la comunidad.
Últimamente la dirigente y la actividad de la asociación han crecido en renombre por su participación en el debate por las “falsas denuncias”. Sin embargo, Barbara aclaró que solo han acompañado dos casos concretos que pudieron probar esto, y que “no hay estadísticas de denuncias falsas, la realidad es esa, no vamos a mentir”.
“Casos concretos que hemos acompañado son muy pocos porque una vez que un padre falsamente denunciado, o una familia extendida falsamente denunciada, logra recuperar el vínculo con ese niño o niña, el cual lamentablemente ha sido obstruido, decide poder disfrutar de esa criatura y no iniciar acciones legales en contra de la otra persona. Lo cual por un lado nos parece sano y por otro lado nos parece imprudente porque hay que marcar un precedente con respecto a lo que está pasando con las falsas denuncias”, comentó la entrevistada.
En el mismo sentido, Barbara Morelli lamenta el papel del sistema judicial argentino actual, “muy cegado por una justicia sin perspectiva de niñez, que no tiene perspectiva de infancia”. Así, la funcionaria ad honorem denuncia que la justicia argentina “tiene perspectiva de género en casos donde no tiene que tenerla y pone el foco en que el hombre es violento, el hombre es malo, pero no hay una defensa clara. Siempre el primero que denuncia tiene las de ganar, renuevan perimetrales sin investigar, hay cámaras que se le hace a niños supuestamente o presuntamente abusados que son después de un año, peritos y psicólogos que hacen informes truchos y no tienen ningún tipo de consecuencia”.