

A casi ocho meses de su asunción, Javier Milei sigue siendo, sin dudas, el dirigente más disruptivo del escenario político argentino. Su estilo comunicacional beligerante —tan eficaz durante la campaña— le permitió marcar agenda, fidelizar a su electorado y encarnar una épica antisistema. Sin embargo, la pregunta que empieza a inquietar en círculos técnicos y políticos es si esa misma estrategia que lo catapultó al poder puede, en esta nueva etapa, convertirse en su principal obstáculo.
Un relevamiento reciente entre 82 consultores políticos y encuestadores de todo el país, de diversas orientaciones ideológicas, arroja una conclusión coincidente: el estilo confrontativo que alguna vez sumó, hoy empieza a restar.
La beligerancia permanente, los ataques a gobernadores, periodistas, artistas, organismos internacionales y hasta ciudadanos comunes, han generado una saturación emocional. El ciudadano medio, incluso aquel que lo votó con entusiasmo, comienza a expresar un deseo de estabilidad, de previsibilidad y de resultados concretos. Y en ese cambio de humor social, el estilo comunicacional del Presidente —más cercano al ring que al atril institucional— podría estar quedando desfasado.
Pero hay un matiz clave: estos mismos analistas coinciden en que si Milei modifica a tiempo su estrategia de comunicación sin perder su autenticidad ni su marca, aún está a tiempo de evitar lo que algunos ya interpretan como un proceso de autodesgaste acelerado. En otras palabras: no se está cavando su propia tumba... todavía.
El dilema para el Presidente no es menor: ¿puede construir poder sin dinamitar puentes?, ¿puede sostener su identidad sin necesidad de estar en guerra constante?, ¿puede gobernar sin espectáculo?
Si Javier Milei logra responder estas preguntas con astucia, es posible que el relato de su caída prematura no pase de ser un deseo de sus adversarios políticos . Si no lo hace, podría confirmarse una máxima ya repetida en varios círculos políticos:
“Los líderes que se construyen desde el exceso, muchas veces caen por la misma razón”