

Apenas horas después de jurar como presidente, Donald Trump ha promulgado una serie de órdenes ejecutivas que refuerzan su enfoque en políticas de seguridad, economía y rechazo a los compromisos internacionales sobre cambio climático. Las medidas, descritas como el inicio de una nueva "edad de oro" para Estados Unidos, destacan por su carácter polarizador.
Una de las acciones más esperadas fue la declaración de emergencia nacional en la frontera con México. Trump justificó la medida afirmando la necesidad de "repeler la invasión" de migrantes, anunciando el despliegue de tropas y un aumento en las deportaciones. Este decreto ha generado reacciones inmediatas tanto dentro del país como en el ámbito internacional, donde se cuestiona su viabilidad legal y humanitaria.
En un paso con amplias implicaciones legales y diplomáticas, el Presidente de Estados Unidos firmó una orden ejecutiva que clasifica a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras. Esta medida permite a las agencias de seguridad estadounidenses actuar con mayor amplitud, incluso en el extranjero, intensificando la cooperación y las tensiones con México.
Confirmando su postura escéptica sobre el cambio climático, el mandatario retiró nuevamente a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, asegurando que priorizará el crecimiento económico sobre las restricciones ambientales. Esta decisión subraya su promesa de "enterrar" el Green New Deal y promover el uso de combustibles fósiles.
Durante su discurso inaugural, Trump se comprometió a un resurgimiento económico, prometiendo la creación de empleos y el fortalecimiento del sector industrial. Sin embargo, no dio detalles sobre su política arancelaria, un tema que preocupa a los mercados financieros debido a su impacto en el comercio global.
Las medidas fueron recibidas con entusiasmo por sus seguidores, que las ven como el cumplimiento de promesas de campaña, mientras que críticos advierten sobre su impacto divisivo y el riesgo de confrontaciones internacionales.
Trump dejó claro que estas primeras órdenes son solo el comienzo de una gestión que buscará redefinir el rumbo de Estados Unidos, enfrentándose a desafíos internos y externos en un panorama altamente polarizado.