

El Ejército ucraniano llevó a cabo su operación más grande hasta la fecha contra objetivos militares rusos, alcanzando instalaciones ubicadas entre 200 y 1.100 kilómetros dentro del territorio enemigo. Así lo confirmó el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania a través de un comunicado en su cuenta oficial de Facebook.
El ataque tuvo como blancos principales instalaciones de almacenamiento de petróleo, plantas militares y otros objetivos estratégicos en regiones como Briansk, Sarátov, Tula y la República de Tartaristán, según detallaron las autoridades ucranianas.
Por su parte, el Ministerio de Defensa ruso confirmó el operativo y aseguró que Ucrania empleó misiles de largo alcance y drones suministrados por Estados Unidos y el Reino Unido. En respuesta, Moscú calificó las acciones como una escalada provocada por la participación de agentes occidentales y advirtió que estas incursiones "provocarán represalias".
Durante la noche, decenas de drones ucranianos fueron derribados en varias regiones de Rusia, según informó la agencia de noticias TASS. Aunque se registraron daños en plantas industriales y edificios residenciales, las autoridades rusas señalaron que no hubo víctimas fatales.
El ataque subraya la creciente capacidad de Ucrania para llevar el conflicto más allá de sus fronteras y golpear objetivos clave dentro del territorio ruso. La operación coincide con el apoyo militar sostenido que Kiev recibe de potencias occidentales, lo que Moscú interpreta como un factor decisivo en la intensificación de las hostilidades.
Esta ofensiva ocurre en un momento crítico de la guerra, mientras ambos países continúan librando combates en múltiples frentes y el impacto del conflicto escala a nivel internacional, con implicaciones políticas y militares de largo alcance.